En la primera entrevista concedida a medios televisivos, en enero de 2017, el expresidente de Estados Unidos (EE.UU.), Donald Trump, aseveró que la tortura física funciona como método para obtener “información factible”.
Durante el encuentro con la cadena estadounidense ABC News, el republicano declaró: “Quiero hacer todo dentro de los límites de lo que está permitido legalmente, pero ¿considero que (la tortura) funciona? Absolutamente, considero que sí”, señaló el exmandatario a propósito de las técnicas utilizadas por los servicios de inteligencia en los interrogatorios.
Con esta declaración, Trump defendió la efectividad del llamado “waterboarding” o ahogamiento simulado, una controvertida táctica prohibida en el país, desde la presidencia de Barack Obama en 2009, que consiste en simular el ahogamiento del interrogado.
Violación de leyes internacionales
Durante su campaña presidencial, Trump indicó que ordenaría a los soldados estadounidenses desarrollar el método y “ser más duros con los sospechosos de terrorismo”. Sin embargo, después suavizó esta posición y dijo que no ordenaría a los militares que violaran las leyes internacionales.
Torturas en Cabo Verde
Hace un año, Camilla Fabri, esposa de Alex Saab, diplomático venezolano que se encuentra en un centro penitenciario de Miami, detalló en el programa “Sin etiqueta”, transmitido por VTV, la práctica de waterboarding y la serie de torturas físicas y psicológicas contra el diplomático venezolano durante su secuestro en Cabo Verde.
“Un día entraron de noche y le cortaron 16 veces las muñecas, le hicieron como cortadas con una lámina de metal” y para cubrir el hecho “los carceleros indicaban que Saab se realizaba los cortes con un lapicero”, contó Fabri, defensora de los derechos humanos.
Saab detalló que en una oportunidad, uno de los funcionarios “agarró una bolsa de plástico azul y me la puso en la cabeza, la apretaba ahogándome mientras insistía en que debía firmar (la extradición) (…) Habían dos más (funcionarios) pero tenían capuchas y no les vi la cara ni hablaron. Él decía que uno de ellos era gringo y que si me iba y colaboraba, no iba a estar preso allá” (Estados Unidos).
“Me seguí negando y entonces me puso una toalla en la cabeza y empezaron a echarme agua. Los otros dos me detenían. Así calculo, estuve varias horas en total. Me decía que me iba a matar y que debía firmar la extradición y una declaración contra el Gobierno de Venezuela acusándolo de corrupto”, añadió en sus escritos.
“Yo estaba vuelto nada, ahogándome”, contó el Enviado Especial de Venezuela ante Irán en referencia a la práctica abusiva de waterboarding.
Alex Saab permaneció 16 meses en una celda de 2 x 2 metros sin ventilación, ni acceso a la luz solar ni luz eléctrica. Tampoco recibió atención médica especializada por ser un paciente sobreviviente de cáncer y su esposa contó en su momento que perdió 26 kilos en 7 meses.
Práctica contra el terrorismo
En 2001, la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) incorporó esta práctica en el programa del ejército de EE.UU. después de los ataques del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas.
El programa también incluía otros métodos de tortura, entre ellos, la posibilidad de azotar a los sospechosos contra las paredes y confinarlos en cajas similares a ataúdes.
La BBC publicó en uno de sus artículos que importantes miembros de Al Qaeda, como Abu Zubaydah y Khalid Sheikh Mohammed fueron sometidos al ahogamiento simulado decenas de veces bajo detención de la CIA.
Un informe del Comité de Inteligencia del Senado publicado en diciembre de 2014, concluyó que el uso de tortura de la CIA fue “brutal e ineficiente” y que la agencia mintió repetidamente sobre su utilidad.